Calle 45, un lugar de realidades 

Campohermoso, tradición en medio de la marginalidad

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La 45 es una calle importante para Bucaramanga, inicia en un estrato alto en Cabecera pasando por iglesias, parques, el cementerio central, centros comerciales y lo que sí hay es de todo un poco, pero termina en uno de los estratos más bajos y Campohermoso es muestra de ello. Un barrio con dificultades económicas y de delincuencia juvenil pero que quiere resaltar lo mejor de su gente y hacer honor a su nombre.

 

Por Linda Dayanna Sánchez Flórez

lsanchez348@unab.edu.co

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Es su gente que se reconoce al pasar, se saludan y dialogan con tal naturalidad y confianza como si se conocieran de toda una vida. Este es un barrio donde en cada esquina se esconde una historia que quiere ser contada, donde los niños después de salir del colegio recorren esas mismas calles de arriba abajo esperando a que pase la noche jugando con un balón o las canicas si es que prefieren.

 

Ya se volvió costumbre soportar el interminable ruido y la contaminación que producen los vehículos cuando se hace tráfico sobre toda la calle 45 de Bucaramanga y ver cientos de viviendas y negocios muy comunes como la del textil, las panaderías o las peluquerías de la comuna García Rovira al occidente de la ciudad.

Martha Cecilia Mantilla recuerda perfectamente aquel año de 1975 cuando se mudaron a vivir a lo que era en ese entonces Campohermoso una zona campestre rodeada de vegetación y con todas las calles destapadas excepto la avenida 45, una de las principales y más importantes calles de Bucaramanga hasta hoy. “Nosotros fuimos criados en una finca, pero sin embargo había muchos árboles alrededor entonces eso nos motivaba un poquito para no sentir tanto el giro del campo a la ciudad”. A medida que el barrio iba evolucionando, Martha Cecilia observaba ese crecimiento “meritoriamente” mientras que las casas se remodelaban, las calles se pavimentaban y la 45 bajaba a unirse con Chimitá y la autopista sin pensar que todavía aún seguiría haciendo parte del barrio años más tarde.

Con orgullo esta mujer amada de casa madre de cuatro hijos habla con propiedad del lugar dejando entre ver en sus ojos cafés que a sus más de 50 años no se arrepiente de vivir allí ni de querer seguir conociendo a más vecinos y a los que llegan de visita a Campohermoso mostrando la mejor cara de él. “Hemos crecido, hay mucho comercio, es uno de los barrios más apetecidos por estar tan cerca al centro. Estamos cómodos porque gozamos de muchos servicios y beneficios”.

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Según ella, la clave para que este sitio sea un buen vividero es su gente, la gente se caracteriza por ser solidaria y ayudarse entre sí, “aquí siempre ha existido una correlación o sea nos saludamos, relacionamos hasta nos conocemos con todos y eso nos ha hecho evolucionar”. Por la calle y en los buses Martha reconoce a simple vista quiénes son y no son del barrio por su forma en la cara, su vestimenta y su hablado. Como tradición que no puede dejar pasar, participa en las actividades religiosas de la iglesia católica en fechas importantes como diciembre o Semana Santa, sale esos días a hacer procesiones y orar al aire libre, pero “la gente ahora poco sale, ya no quiere madrugar y ahora poco participa, aunque cuando hay un llamado de solidaridad todo el mundo atiende aquí es tradición ser solidario. Cuando estaba niña venían cosas como la ciudad de hierro y los circos, todo eso era motivo de esparcimiento, pero ahora no hay sitios donde colocarlos por tanto eso también se ha perdido. A mí me gusta el deporte y les difundí a mis hijos eso y por el contrario son muy activos y deportistas no los dejé ir a los malos vicios que hay en el barrio”.

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Como de costumbre siempre que hay invitados al barrio las vecinas se reúnen para atenderlo como se debe. Martha se reunió con Delfina Acevedo, unas de sus vecinas más cercanas y queridas. Delfina una mujer delgada de piel morena con un acento santandereano que sobresale cuando ella habla recuerda que “siempre que yo he vivido acá los vecinos todos hemos sido unidos, no se han presentado pleitos”. Con 57 años de edad ella puede afirmar con seguridad, pero haciendo memoria de aquella época cuando lo mejor aparte del comercio eran los medios de transporte, habían rutas de buses para todos lados, “uno se podía uno movilizar más fácilmente a comparación de ahorita”. Estas dos mujeres que se quedan en sus casas con sus maridos e hijos y en el caso de Martha también con sus padres, se dedican a las labores del hogar, dando, como ellas lo dejan percibir, la mejor educación para sus hijos quienes son ya mayores de edad y tienen empleos estables. Es muy probable y de hecho más una costumbre que las dos se queden en la casa cuando sus familias salen a trabajar y sin falta a las 3:00 pm no se pierden la novela, se disgustan si alguien las interrumpe en su cita con la pantalla del televisor.

Sin embargo, cuando a Delfina se le pregunta sobre los jóvenes de su barrio su gesto cambia por completo, esa dureza con la que dice que los padres hoy en día no tienen mano dura para enseñar a sus hijos y más que eso dedicarles tiempo, es lo que está afectando a la comunidad del barrio Campohermoso. “Cómo va a dar paz esta juventud con la educación que le dan los papás que ni siquiera saben cómo educar a sus hijos, sabiendo que ellos se van a trabajar y los jóvenes salen a la calle a buscar droga y cosas que no deben buscar o simplemente muchos papás son irresponsables con sus propios hijos”.

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Con este problema que para las dos mujeres es el más difícil; el barrio Campohermoso representa el 50% de las lesiones personales que se presentan además de problemas como riñas y drogadicción en la ciudad. “Yo me siento feliz con mi trabajo como madre comunitaria en el bienestar familiar desde hace 29 años, porque trabajo con la comunidad en sesiones educativas con los padres educándolos para que ellos puedan instruir a sus hijos e inclusive a los vecinos y otros familiares.

En una casa de dos pisos José José Castañeda vive en el centro de Campohermoso y su concepción del barrio no es muy distinta a los de las dos comadres Martha y Delfina. “Toda mi vida he vivido aquí y el cambio ha sido considerable, la verdad era una zona bastante peligrosa, hubo unos años en que no había fuerza pública porque la delincuencia era tal que había hasta sacado a la fuerza pública”. José prefiere revivir los buenos momentos que ha vivido allí, sentado en una silla de madera vigilando a sus dos hijos que juegan con los demás amigos en frente de la casa, asegura que su identidad ha sido forma en el barrio, sus padres, hermanos y otros familiares viven en Campohermoso por lo que sin duda sus dos hijos también crecerán allí y escribirán su historia dentro del barrio.  

Todas las tardes su familia participa en eventos deportivos que realiza Inderbu en las diferentes canchas “Campohermoso tiene varios puntos, la cancha de fútbol, ahorita ya se ve que hay más escuelas  para niños y los campeonatos de baloncesto para los dos sexos”. El parque de la vida es otro de los puntos de encuentro y esparcimiento entre las familias de la comuna, un lugar con amplio rodeado de árboles, equipos deportivos, juegos y asientos donde la gente de puede sentar, allí jóvenes y adulto, parejas e inclusive hasta los muchachos entran a fumar. La identidad la construye no solo una persona si no también un colectivo, encontrar el concepto y la tradición que hay dentro de un barrio, representa que este sigue vivo y su gente nutre día día el imaginario colectivo.